Ultimamente me sucede que vuelvo a lugares donde han sucedido
acontecimientos importantes en mi vida, que, de alguna manera, han
cambiado mi destino. Y me siento como el criminal que vuelve a la escena
del crimen, a ese lugar donde han sucedido eventos indelebles, por lo
menos para la mente del criminal, y por supuesto para la de la víctima; Y
en este punto es donde no tengo claro en que lugar me encuentro.
Camino
por esos pasillos con recuerdos del día de autos. La luz clara del
pasillo, los asientos, las batas blancas, el malestar en el estomago y
el deseo de que todas esas sensaciones no sean motivo de preocupación,
hay que seguir el plan establecido. Las sillas, la pantalla de los
turnos y la terrible y espesa espera. La conversación vacua útil sólo
para alejar pensamientos menos vacuos, cargados de temor que intentan
aludir a una fortaleza que en otros momentos siempre fue tan necesaria.
Imagino
que el criminal, cuando visita por una causa u otra esos lugares debe
de tener el setnimiento remoto, y ahora inalcanzable, de lo que con una
decisión, puede cambiar el devenir de los acontecimientos. Quizá sea esa
la diferencia esencial entre la posición de criminal en la misma
escena, y la de victima; ésta útlima de ninguna manera hubiese podido
escabullirse de su destino, ¿ O quizá si?. Hay detalles visuales que una
victma nunca olvidará, o probablemente, ni siquiera ella misma será
consciente de donde vienen esos miedos.
Sólo números que parpadean en
la mente, sobre fondo blanco "LO2281" sala 209. Son pequeños detalles
que traen consigo una maleta cargada de recuerdos que ni uno mismo es
realmente consciente de querer reconocerlos, hacerles un hueco en el
amplio espectro de la memoria recóndita. Pero ellos se establecen, como
en la mente del criminal imagino, aunque con diferente connotación,
diferente finalidad, y, por supuesto, diferentes consecuencias.
Un
número, unas fechas, unas palabras que describen algo, no sé muy bien
qué, y por supuesto que me afecta de tal manera, que en ese momento
reconozco que soy la víctima de un efecto. Y también el criminal
portador de la mente que dispara, que no hace prisioneros e intenta
quedarse sola, a la deriva de un mar de dudas donde la calma siempre
precede a la tempestad, y ésta se deja mecer por aquella en momentos de
vigilia.
Y en un momento, me reconozco de nuevo, y veo que he pasado
de criminal, a víctima y acto seguido me he convertido en algo que
ahora mismo me es imposible describir. No tengo la sensación de culpa o
del poder ferreo que conlleva ser criminal, cargado con ese martillo de
decisión mal tomada; Pero tampoco siento el temor banal, el miedo
insomne de la víctima pertrechada en su destino, alejada de un camino
que no eligió por una decisión que ella no tomó. Me siento como el
remero que surca mares plagados de tempestades que acunan calmas
lejanas, como el que adivina que en su devenir puede que las olas le
hundan, pero también comprende que sólo con desearlo y pelearlo, no
tiene porque suceder.
Y camino de nuevo por varias escenas de
crimenes cometidas en mi alma, necesarios para enderezar lo que la
insconsciencia no pudo, pero la consciencia ha tenido que tomar su
relevo, y cobrándose un precio: como todo crimen, nunca sale gratis.
y te sientes más criminal o víctima? o es lo mismo?
ResponderEliminarSoy victima de mi propio crimen, pero nunca demasiado tarde para redimirme...
EliminarAt last we are just human beings bro!!!
ResponderEliminarBig kiss!!!
Existe un olvido (¿consciente ?)...del Amor Cosmico con mayusculas . No hay criminales, ni victimas ... ¡ solo evolución del ser humano hacia una tierra que hay que transformar a golpe de verdad, bondad , belleza y AMOR!. El sufrimiento es el aferrarnos a la mente , a los estereotipos , y a los demonios del ego que nos acosan .Ser libres sera aceptar ese Amor sublime que nos trasciende y rendir nuestras mentes ?¡ que gane el corazon !...
ResponderEliminarTotalmente, por tus palabras puedo intuir quién eres! Y por tu sabiduria mas!! Un abrazo de corazón!
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